EL CHE Y FIDEL
Introducción de Gianni Miná . Capítulo XIII . Del libro “Habla Fidel” (entrevista realizada en el mes de junio de 1987):
No creía que Fidel pudiese contarme, con tanta franqueza e intensidad, la historia del Che Guevara.
Nunca lo había hecho con los otros periodistas y pienso que esto se debía, más que a motivos políticos, al pudor, al deseo de defender la historia de una maravillosa y trágica amistad, y también a su voluntad de mantener incontaminado todo lo referente al encuentro entre dos hombres que inspirarían durante años las esperanzas y utopías de muchas personas que desearían cambiar el mundo, eliminando injusticias y dolores de la sociedad. Probablemente este es el motivo por el que estos dos hombres y sus ideas han sido tan duramente combatidos y se ha intentado incluso manchar la historia de su amistad.
Todo lo que dice Fidel en este capítulo acerca de su amigo argentino, el Che, es excepcional, y no sólo por las revelaciones sobre la historia de Guevara en Africa, sobre su vuelta clandestina a Cuba para preparar la expedición a Bolivia y su trágica aventura final en ese país, sino incluso por la delicadeza del relato, por la intimidad de los detalles narrados, por la calidad moral de la amistad descrita.
Han sido muy distintas las claves de lectura de este testimonio cuando la entrevista se pasó por televisión en Italia y el resto de Europa. No me creo en la obligación de juzgar estas interpretaciones de la amistad de Castro y Guevara y el tono de “hermano mayor” utilizado por Castro al recordarla.
Sólo puedo decir que Fidel me habló del Che hacia las dos de la madrugada, en voz baja, tratando de reconstruir los hechos, de abrir una hendidura en su propia intimidad, de superar los límites que siempre le había impuesto su sensibilidad.
Otras personas quizá habrían planteado las preguntas en modo diferente al mío, pero el que he usado me ha permitido recoger un testimonio único, cosa que agradezco a Fidel Castro.
-Comandante, usted es un testigo de la historia contemporánea como existen pocos en nuestro tiempo, y la entrevista que hemos realizado hasta este momento lo demuestra. Quisiera pasar ahora a sus recuerdos más íntimos, ligados a algunos compañeros de lucha, y en particular Che Guevara y Camilo Cienfuegos. Por ejemplo, Che representa un símbolo, un sentimiento particular para al menos tres generaciones en Europa y en el mundo. ¿Cuando usted piensa en su amigo Che, qué es lo primero que le viene a la mente?
-A mí incluso me costaba trabajo aceptar la idea de la muerte del Che. Muchas veces he soñado, a veces le he contado a la gente las cosas que uno sueña, y he soñado que estoy hablando con él, que está vivo; una cosa muy especial, una persona de la que uno le cuesta mucho trabajo resignarse a la idea de su muerte. ¿Y a qué obedece eso? A mi juicio, es que tiene una presencia siempre tan permanente en todo.
Ocurre su muerte a distancia, a muchas millas de distancia de nuestro país, y te digo que la idea de la muerte del Che era algo a lo cual uno no se adaptaba. Me pasaba al revés que a otros compañeros, a pesar de que muchas veces hemos perdido compañeros en la lucha, hemos visto morir compañeros. Te diría que uno tiene la impresión de una presencia permanente del Che, por lo que simbolizaba, por su carácter, por su conducta, por sus principios. Era un gran número de cualidades realmente excepcionales. Yo lo conocía muy bien, muy bien desde que lo conocí en México hasta que salió del país la última vez.
Pienso realmente con dolor que con la muerte del Che se perdió una gran inteligencia. Era un hombre que todavía tenía mucho que dar en la teoría y en la práctica de la construcción del socialismo.
-En la carta que Che le escribió a usted antes de partir, parece casi amargado por no haber reconocido antes su calidad de líder, de haber pasado tiempo antes de reconocerla completamente.
-¿A qué se puede deber eso? Primero, Che era muy callado; él no era expresivo, no expresaba esas cosas. Sentía las cosas, pero no las decía. Incluso por ahí han aparecido algunos versos que él escribió; alguien los recordó. Él, naturalmente, era un poco escéptico con relación a América Latina, a los políticos latinoamericanos, y él puede haber pensado que tal vez nuestra Revolución podía terminar como terminaba otra revolución. Pero en realidad nunca me dio la menor impresión de desconfianza. Podía tener un poco de desconfianza del Movimiento, puede haber visto que nuestro Movimiento era heterogéneo, que había gente de muchos sectores diferentes. Él ya tenía una buena formación revolucionaria, una buena formación marxista, era muy estudioso. Se había graduado de médico, hacía investigaciones, y era muy riguroso en el estudio de las cuestiones del marxismo, y era en ese sentido un poco escéptico.
Yo creo que si él escribió eso debe haber sido un exceso de honradez, porque en realidad yo tuve que actuar, muchas veces tuve que coordinar muchos factores, tuve que fomentar la unidad por encima de la reserva que unos compañeros y otros se tenían, tuve que tener paciencia en todas esas cosas con el propio Che, que era impulsivo, muy valiente, muy audaz y a veces temerario.
En más de una ocasión se ofrecía de voluntario; para cualquier misión el primer voluntario era el Che y se ofrecía, además, para las acciones más difíciles, las proponía en medio de un combate; es decir, de un desprendimiento, de un altruismo total. Esta no era su patria. Él se había unido a nosotros, y todos los días estaba dispuesto a dar la vida por la Revolución.
Yo, naturalmente, los cuadros los iba empleando según la importancia. Cuando un cuadro adquiría más méritos, más experiencia, entonces llevaba cuadros nuevos para que aprendieran y se desarrollaran. Tú no puedes llevar a un cuadro en una guerra constantemente a acciones peligrosas, porque en un momento u otro pierdes el cuadro, y nosotros tuvimos que proteger mucho a los cuadros, observarlos, porque querían hacer cosas y yo asumía la tarea de preservarlos en lo posible y emplearlos en las misiones más importantes. Rotaba mucho a los hombres en ese tipo de responsabilidades, y a él…Bueno, realmente creo que sin esa política el Che no habría concluido la guerra por esa característica que tenía él. Pero era muy honrado. Si le pareció que en algún momento pudo haber tenido alguna duda, él se sentía en la obligación de decirlo de todas maneras. Esas eran sus características.
-Es increíble la Revolución Cubana. Reunió un intelectual como Che, un intelectual como usted y un hombre sencillo del pueblo como Camilo; diversas raíces, diversa formación cultural, pero los hizo vivir juntos con satisfacción. Había evidentemente un sueño común.
-Eran tres personas de tres orígenes distintos, características distintas.
Lo extraordinario del Che es que no era cubano, era argentino. Cuando nosotros lo encontramos en México, él había estado en Guatemala como médico, muy entusiasmado con el proceso político de Guatemala, con la reforma agraria; fue testigo de la intervención norteamericana, sufrió mucho todo eso. Era algo que llevaba dentro, y se sumó rápido a nosotros, como él dice; en la primera conversación se sumó.
Claro, él veía todavía una revolución antiimperialista, de liberación nacional; no veía todavía una revolución socialista, la veía un poquito más distante, pero se sumó completamente a ella. Además, Che era nuestro médico. Nadie había concebido en Che el gran soldado. Le gustaba el deporte. Casi todas las semanas intentaba subir el Popocatépetl; nunca llegaba arriba, pero todas las semanas lo intentaba. Él padecía de asma, tenía esa limitación por el asma, y hacía un esfuerzo heroico por subir ese volcán, y aunque nunca llegaba arriba, nunca dejó de intentar subir otra vez, que también es un reflejo de su carácter. Era nuestro médico, con esas limitaciones iba de médico; nadie imaginaba un soldado, porque no sólo fue un intelectual, fue un gran soldado.
Camilo fue un hombre de pueblo también. Nadie podría suponer sus cualidades en los primeros momentos, al final se destacó mucho. Estoy seguro de que se hubieran destacado muchos más hombres, porque en nuestro grupo de ochenta y dos hombres, yo después meditaba, y habría alrededor de cuarenta que tenían condiciones de llegar a ser jefes; porque de los que fueron quedando, muy pocos, surgieron unos cuantos jefes brillantes, entre ellos Camilo, Che y otros compañeros, entre ellos un jefe brillante que no se menciona mucho, Raúl.
-¿Cuán diferente era Camilo del Che?
-Eran dos caracteres diferentes, aunque ellos se querían mucho y se respetaban mucho. Camilo era muy bromista, muy humorista siempre.
-Cubano.
-Tenía humor cubano, siempre riéndose, muy audaz, muy inteligente, menos intelectual que Che, pero un excelente jefe también, que no le daba oportunidad al enemigo. Era muy valiente, pero no tenía esa característica temeraria que tenía Che. Che parecía un hombre que iba al encuentro de la muerte. Y Camilo desafiaba la muerte, no tenía temor, pero no actuaba con temeridad. Esas son dos diferencias de ellos.
Ellos se querían mucho.
-¿Y su hermano Raúl?
- Otro jefe así que te decía no se menciona tanto, es Raúl. Es capaz y brillante, desempeñó un papel muy importante también.
Del grupo que quedó, surgieron unos cuantos jefes muy buenos. Y por eso yo pienso que si se hubieran preservado de la expedición inicialmente, había muchos muchachos que tenían buenas condiciones; por lo menos quince o veinte jefes destacados hubieran surgido de nuestro grupo, porque el hombre lo que necesita es la oportunidad y la responsabilidad para poder destacarse.
-Comandante, veinte años atrás Che dejó Cuba y se fue a luchar a Bolivia. ¿Me puede decir dónde estuvo desde el momento de su partida de La Habana hasta llegar a Bolivia?
-Realmente él quería ir para Sudamérica. Esa era una vieja idea, porque cuando él se sumó a nosotros en México - no es que pusiera una condición - , planteó una sola cuestión: “Yo lo único que quiero después que triunfe la Revolución y quiera irme a luchar a Argentina - a su país - , es que no se me limite esa posibilidad, que razones de Estado no impidan eso.” Y yo se lo prometí. Eso estaba muy distante, ¿no? Nadie sabía, primero, si ganábamos la guerra y quiénes iban a estar vivos, y él seguramente tenía pocas posibilidades de estar vivo por su impetuosidad, pero él planteó eso. Alguna que otra vez lo recordó en la Sierra y después recordó aquella idea y aquella promesa y fue bastante previsor en eso.
Claro, después que tiene toda la experiencia de la Sierra Maestra, el entusiasmo de él por la idea de hacer la Revolución en Sudamérica, en su propio país, se multiplicó. A él, que conoció la excepcional experiencia nuestra, a partir de las difíciles condiciones en que nosotros reconstruimos nuestro ejército y llevamos a cabo la lucha, se le desarrolló una gran fe en las posibilidades del movimiento revolucionario en Sudamérica. Cuando digo Sudamérica estoy pensando más bien en la parte sur de Sudamérica. Ese compromiso ha existido, y siempre le dije: “No te preocupes, que ese compromiso se cumple.”
Quizás dos o tres veces lo recordó.
Al triunfo de la Revolución, había muchas tareas que hacer de todas clases y problemas que resolver de todo tipo: políticos, de unión de fuerza, problemas estatales, problemas de la economía, todo eso. Che, de quien nadie sabía qué tremendo soldado era, era el médico, y empieza a destacarse desde los primeros combates y termina siendo un gran jefe militar. Tanto él como Camilo, cumplieron una función muy importante en la guerra, que fue la invasión del centro, en condiciones difíciles; de eso se podría hablar mucho más, pero no en este momento.
Entonces, tuvimos que enfrentar todas las tareas de una revolución victoriosa, donde no quedó nada del viejo Estado, ni de las fuerzas armadas, ni del aparato administrativo. Varias organizaciones revolucionarias - aunque la nuestra llevó el peso principal - tenían el apoyo de la inmensa mayoría de la población, y utilizamos esa influencia para unir. Siempre combatí el sectarismo en eso. Vivimos aquel período de unidad de las fuerzas revolucionarias. Camilo participó en todo eso, pero la muerte de Camilo fue muy prematura, porque se produce en octubre, a raíz de los acontecimiento de Camagüey, con el problema de Hubert Matos.
Más tarde a Che se le asignó la responsabilidad del Ministerio de Industrias; trabajó con un gran método. Ejerció distintos cargos. Cada vez que hacía falta un hombre serio para un cargo importante, Che se prestaba para ese trabajo. Se le nombró Presidente del Banco Nacional en un momento en que aquellos técnicos, especialistas en Bancos pero inconsistentes políticamente, abandonaron el país y se fueron. Después se hicieron bromas y anécdotas, que si se había preguntado por un economista y que Che se ofreció y le preguntaron: “¿Tú eres economista?” “No, yo soy comunista” Porque empezaba esa lucha dentro del país, y los elementos de derecha acusaban a Che de comunista y todo ese tipo de cosas.
Pero Che siempre tuvo una gran autoridad. Cada una de las tareas que se le dio la cumplió estrictamente, con brillantez; trabajó mucho, adquirió su primera experiencia en la industria nacionalizada, en la organización de la producción, en los controles de la producción, en el trabajo voluntario; fue uno de los pioneros del trabajo voluntario. En casi todas las actividades participó, era muy consecuente en todo lo que hacía y era ejemplo en todo lo que hacía.
En eso se invirtieron los primeros años de la Revolución, cuando él, evidentemente, empezó a sentir impaciencia por llevar a cabo sus viejos planes y sus viejas ideas. Creo que en esto influyó incluso el hecho de que pasaba el tiempo. El sabía que se necesitaban especiales condiciones físicas para todo eso, se consideraba capaz de hacerlo y, en realidad, estaba en la plenitud de su capacidad mental, su capacidad física. Tenía muchas ideas, a partir de la propia experiencia que había tenido del país, de lo que debía hacerse en el país. El estaba pensando en su patria; pero no pensaba sólo en su patria, pensaba en toda la América, en general en América del Sur.
El está impaciente. Como yo conozco también que la fase inicial de un proceso como el que él quería hacer era difícil, por nuestra propia experiencia, pensaba en la idea de que se podían crear las mejores condiciones para lo que él pensaba hacer, y le planteamos que no se impacientara, que hacía falta tiempo. Porque él quería llegar y desde el primer día hacerlo todo, y nosotros queríamos que otros cuadros menos conocidos realizaran todos esos pasos iniciales.
Él también estaba muy interesado por los problemas internacionales, por los problemas de África. Por aquella época se había producido la intervención en el Congo, hoy Zaire; la muerte de Lumumba, todo aquello; un régimen neocolonial, y había un movimiento de lucha armada en Zaire. Eso nunca lo hemos publicado. Entonces, el movimiento revolucionario nos pidió una ayuda, que le enviáramos instructores, combatientes, en una misión internacionalista.
-¿El movimiento de Lumumba?
-En ese momento era Sumaliot el que estaba dirigiendo. Era el mismo movimiento, pero había muerto Lumumba.
Entonces, yo mismo le sugerí a Che la idea de que había que ganar tiempo, esperar; él quería desarrollar unos cuadros, desarrollar más la experiencia, y lo hicimos responsable del grupo que fue a ayudar a los revolucionarios allí en el actual Zaire. Cruzaron por Tanzania, cruzaron el lago. Fueron alrededor de cien, y allí estuvieron varios meses.
Él siguió la línea de enseñar a combatir a los zairenses. Allí estuvieron luchando contra mercenarios blancos y la fuerza que había tomado el gobierno allí. Hubo bastantes combates contra los mercenarios; pero la idea, desde luego, no era hacer la guerra en lugar de los africanos, de los zairenses, sino ayudarlos, enseñarlos.
Pero el movimiento aquel era muy incipiente todavía, no tenía suficiente fuerza, suficiente unidad, y al fin él propuso la idea de retirar el personal, se aceptó la idea, y entonces se retiró el personal. Realmente no había condiciones para el desarrollo de esa lucha, era muy débil todavía el movimiento. Se llegó a la conclusión de que no había condiciones, y entonces se decidió con ellos y ellos mismos, los zairenses, fueron partidarios de la retirada, y nosotros estuvimos de acuerdo, se retiró el personal, casi todo el personal se retiró y regresó al país.
Él, entonces, estaba analizando todas aquellas experiencias. Estuvo un tiempo en Tanzania, varios meses, porque se concebía esta estancia en África transitoria, para cuando se hubieran creado las condiciones viajar a Sudamérica.
Durante todo aquel período para nosotros la situación fue muy embarazosa, porque ya él se había despedido, había hecho la carta cuando se fue, y se fue discretamente, del país salió - se puede decir - clandestinamente. Nosotros guardamos la carta. Eso dio lugar a que se corrieran muchos rumores en aquella época, incluso se levantaran verdaderas calumnias: hubo quienes hablaron de Che desaparecido, Che muerto, discrepancias y todas aquellas historias. Y nosotros soportamos aquel chaparrón de rumores e intrigas simplemente para no arriesgar la misión que él quería cumplir y el personal con que él quería ir allá.
Pero como se termina aquella fase, él está en Tanzania, esta ganando tiempo; estuvo en Tanzania, después estuvo en un país socialista de Europa. A decir verdad… Bueno, no lo voy a decir porque no he consultado en el país si debo decirlo. Estuvo allá, él no quería regresar porque a él le daba mucha pena.
En un momento determinado resultó inevitable publicar la carta, pues era muy perjudicial a toda aquella campaña sin una respuesta, y no quedó más alternativa que publicar la carta. Ya después que se conoció la carta, que era una necesidad política ineludible, a él, con ese carácter particular, le costaba mucho la idea de regresar a Cuba después de haberse despedido, y yo lo persuado de que regrese, que es lo más conveniente para todos los fines prácticos de lo que él quería hacer, y regresa, clandestinamente regresa a Cuba. Está aquí algunos meses, en una zona montañosa, difícil, entrenándose; está meses entrenándose.
Él solicitó la colaboración de un grupo de compañeros, de viejos guerrilleros, algunos nuevos, y solicitó que se le apoyara en eso. Él escogió el grupo, conversó y nosotros autorizamos a que fuera un grupo de compañeros bien experimentados, puesto que la tarea que él iba a hacer allí requería realmente de ese grupo experimentado de voluntarios que fueron a esa tarea. Estuvo entrenándose con ellos durante meses mientras se hacían todos los trabajos previos para el traslado de él y del grupo a Bolivia.
Él había escogido el territorio y había elaborado su plan de lucha. Nosotros le dimos cooperación y apoyo para llevar a cabo esa idea, aunque, naturalmente, teníamos la preocupación. Habríamos preferido un movimiento ya mucho más desarrollado y que Che se incorporara a ese movimiento; pero él quería ir casi desde el principio, y nosotros logramos retenerlo hasta que ya por lo menos las primeras tareas se hicieran y que fueran con un poquito más de seguridad, porque los tiempos más difíciles son esos primeros tiempos.
En realidad todo eso se organizó de una manera minuciosa, perfecta; se produjo el traslado del Che y de todos los compañeros, hasta que llegaron a estar en el campamento, ya en aquel territorio. Fue así, hubo que pasar barreras y lugares. No fue fácil la tarea, pero se cumplió gracias a los métodos que se usaron, y llegó a reunirse con todo el grupo de compañeros allí en el área de Ñancahuazú - creo que se llama - , en un territorio de Bolivia escogido por él.
Este es, más o menos, el itinerario: un recorrido por África; después, cuando salió, Tanzania; Zaire, al este de Zaire; regresa a Tanzania; un país socialista de Europa; de nuevo a Cuba y, por último, viaja hacia el área que él ha escogido en Bolivia.
-¿Fue un error escoger Bolivia, donde había un pueblo probablemente no maduro todavía para una revolución? ¿Fue un error romántico, determinado por una selección geográfica que no era táctica o estratégicamente justa?
-Yo no diría eso. A él le interesaba Argentina, estaba realmente muy inspirado en la idea de hacer la revolución en Argentina. Pero en aquella época no había relaciones con nadie, todos estos gobiernos incluso se habían unido al de Estados Unidos contra Cuba. Y él en los primeros tiempos había aglutinado a un grupo de argentinos, incluso a un argentino que había estado como periodista en la Sierra Maestra, Massetti, que después fue fundador de Prensa Latina, y él lo había captado para sus ideas de lucha en Argentina. Y Massetti, de acuerdo con Che, trató de organizar un frente allá en el Norte de Argentina, por la zona de Salta. Massetti murió en aquella misión.
Che fue siempre un hombre muy sensible, muy comprometido con todos sus compañeros. El mero hecho de que él hubiera iniciado aquel esfuerzo, aquella lucha donde algunos compañeros hubieran dado la vida, era, sin duda, uno de los factores que influía incluso en su impaciencia para llevar a cabo aquellas ideas. Entonces, ya él había estudiado esa parte. Y la importancia que tenía, parece, es que estaba cerca de la frontera con Argentina.
Él conocía el carácter del campesino boliviano, muy callado, muy reservado, muy desconfiado; él sabía que era muy diferente del carácter del cubano, porque él incluso, después que se graduó, había estado recorriendo Sudamérica en motocicleta, y estuvo hasta en el Amazonas y en muchos lugares, y tuvo mucho contacto con esas poblaciones y conocía la tragedia del indio, sus características. Él conocía mucho eso y lo sentía, y más de una vez me explicó y me habló de cómo eran, cómo había que trabajar y que eso llevaba tiempo, que eso no era fácil. Él estaba consciente de las dificultades de la tarea que tenía allí.
¿Pero qué pasa? Que había vivido nuestra experiencia, nuestra casi increíble experiencia; después de los primeros reveses, cómo un grupo tan pequeño se reorganiza, lleva a cabo la lucha en condiciones muy difíciles; y él tenía una fe ciega en ese tipo de lucha y en esas posibilidades, más aún cuando ya tenía aquella enorme experiencia.
Él escogió el territorio, escogió el lugar. Yo diría que, en esencia, no había equivocación en eso. No había equivocación. Él trató de ganar n apoyo, trató de ganar un apoyo en fuerzas organizadas, en fuerzas políticas organizadas. Se suponía que iba a contar con el apoyo del Partido Comunista Boliviano y de otras fuerzas; hubo otras fuerzas que se sumaron, porque había divisiones en esa época en la izquierda, en el movimiento comunista.
-En este sentido, el papá del Che, el ingeniero Guevara, ha sostenido que el Partido Comunista Boliviano tiene responsabilidad en la muerte del Che, porque si no lo traicionó, seguramente lo dejó morir. Por otra parte, ¿es cierto lo que dice Regis Debray, que Che pudo ser salvado con una expedición de jóvenes comunistas bolivianos partiendo de Cochabamba?
-Yo no comparto ninguno de los dos criterios, y creo que estoy muy informado de todos esos problemas.
El Partido Comunista tenía varios dirigentes. Ya con el secretario general, Mario Monje, se había hablado, se había explicado. Pero había otros dirigentes también, y realmente allí surge un conflicto con Monje. Eso se conoce, está la historia; surge un conflicto entre Che y Monje por ciertas posiciones de Monje, pretensiones quizás de dirigir, y Che no aceptó eso. Creo que en Monje prevalecieron factores formales, puesto que aquel era su país y él era el secretario del partido del país, pero realmente para dirigir aquella empresa no había mejor cuadro, ni persona más preparada que Che. Pero eso dio lugar a malos entendidos y no se pusieron de acuerdo. Monje se retira. Nosotros recibimos la información e inmediatamente citamos aquí a otros dirigentes: a Kolle y a un dirigente obrero muy conocido y muy buen dirigente obrero. Yo les pedí que vinieran a Cuba, conversé con ellos, les dije: “Se ha presentado esta crisis y eso es muy delicado y yo los cito para conversar, es imprescindible que le den la ayuda al Che.” Ellos tenían cargos importantes, uno en el movimiento obrero - debía acordarme del nombre, bastante conocido - , un buen dirigente obrero.
Ellos se comprometieron a ayudar y cumplieron, hicieron todo lo posible, fueron dispuestos a dar la ayuda y la colaboración, aun en discrepancia con el secretario del partido. Lo que pasa es que los acontecimientos se fueron precipitando, no dieron oportunidad a que ellos pudieran actuar pero tuvieron muy buena actitud: Kolle después fue dirigente del partido cuando lo dejó de ser Monje, y el dirigente obrero también adquirió cargos importantes en la dirección del partido. Eran del Partido Comunista y se comprometieron.
Cuando nosotros tenemos noticias de aquella situación, buscamos aquella forma. Se había logrado el apoyo de otros movimientos y también de algunos latinoamericanos. Estaban en esa fase cuando los acontecimientos se complican allí y, realmente, se descubre; pienso que necesitaban un poco más de tiempo. Pero por una razón o por otra, una combinación de factores, llegan a descubrir el destacamento cuando todavía estaban en fase de organización.
Monje tiene cierta responsabilidad, pero históricamente no sería justo hacer esa imputación al Partido Comunista. Varios comunistas se unieron; los Peredo, muy buena gente, que estaban despuntando como excelentes cuadros, se unieron y apoyaron a Che y ayudaron muchísimo a Che, y la dirección del partido en discrepancia quiso ayudarlo. Así que si se va a imputar una responsabilidad habría que imputársela a Monje, pero tampoco se puede con justicia acusar a Monje o culpar a Monje del desarrollo de los acontecimientos.
-En Europa también se dice que…
-Y lo de Debray, no te he respondido aún, eso pertenece al terreno de la fantasía; sí, de la fantasía únicamente, porque no existían las mínimas condiciones, ni existían las armas, ni los hombres preparados, ni entrenados, para organizar una columna que fuera en ayuda de Che. Y eso es en teoría, únicamente se puede hablar de eso en teoría; es una fantasía. Hay que ver que ésa no es una guerra regular; es una guerra de guerrilla, es una guerra irregular, y ese tipo de guerra tiene sus leyes. No es así; no se resuelven tan fácilmente las cosas.
-En Europa se dice también que el editor Feltrinelli contribuyó - sin querer, por supuesto - a guiar a la CIA sobre los pasos del pequeño grupo de Che en el bosque cerca de Valle Grande. ¿Hay algo cierto en esto?
-Es la primera vez, realmente, que oigo decir eso, escucho ese rumor o esa versión. No habría la más mínima posibilidad de que Feltrinelli interviniera, propiciara esa situación. Hoy se conoce la historia completa, porque se han escrito muchos libros sobre eso y yo me los he leído; primero, el diario de Che que lo estudié bien, bien, y conocía a Che muy bien; yo podía, a través del diario, percibir cada uno de sus estados de ánimo, cada cosa, de tan bien que lo conocía.
Después se han conocido todos los partes y documentos escritos por el ejército boliviano y cada una de las informaciones que fueron recibiendo: cuándo, en qué momento, cómo la interpretaron, lo que hicieron. Toda esa historia está escrita, no sólo lo que escribieron los revolucionarios - están además los diarios de otros compañeros que sobrevivieron, de los que estuvieron con el Che hasta el último momento, algunos diarios cayeron en manos del ejército boliviano - , después conocemos el testimonio y sabemos paso a paso lo que ocurrió allí: hubo algunas indisciplinas, hubo algunas imprudencias que dieron al enemigo indicios de alguna cosa, aunque no sabían su magnitud. Pero no tienen nada que ver, realmente, con Feltrinelli ni con nadie. Estos hechos se conocen minuciosamente al detalle.
Hay una cosa, ya tenían sus campamentos, habían creado todas las condiciones y todos eso hechos están relatados todos. El ejército llega a percibir que hay algo extraño, pero esto coincide con otras circunstancias. Che inicia una incursión con un fuerte destacamento para hacer una exploración del terreno y un amplio recorrido por aquella zona. Quedan en el campamento los más nuevos, gente que iba llegando. Pero ese recorrido dura muchas semanas, es verdaderamente una odisea; está descrito en detalle en su diario, enfrentándose a lomas duras, terrenos difíciles, ríos crecidos; incluso en ese recorrido tienen algunas bajas, algunos se ahogan, una o dos bajas tiene; pero la tropa regresa completamente agotada después de muchas semanas. Cuando llegan al campamento se encuentran que habían ocurrido algunos problemas allí, algunas indisciplinas y algunas dificultades en ausencia de Che; pero lo peor es que cuando la tropa llega desgastada, con algunos enfermos, no tiene tiempo de recuperarse, porque en breves días se producen las exploraciones del ejército y los primeros combates, en que realmente ellos no tuvieron ninguna baja por la experiencia que tenían; en las emboscadas que hicieron con pocos hombres, capturaron armas, infligieron un golpe fuerte en aquellos días.
Pero yo diría que todo eso ocurre prematuramente. Después hacen una incursión, salen del campamento, queda una fuerza en el campamento, y se produce una división del grupo en dos grupos que nunca más llegaron a hacer contacto. Incluso Che no lleva medicina. Ocurrió lo mismo que había ocurrido cuando el “Granma”, no trajo la medicina; lo mismo que en la Sierra Maestra, que hubo que hacer realmente un esfuerzo excepcional para buscar a cualquier precio la medicina, por unos ataques de asma terribles que lo paralizaban. Él necesitaba el medicamento y se quedó todo ese período sin medicamento.
Todo lo demás está descrito con un gran rigor, con una gran precisión, con una gran calidad narrativo, en el diario de Che; fue describiendo muy claro cada uno de los hechos. Y fue una proeza, porque durante meses estuvieron evadiendo al ejército y luchando contra el ejercito. En ninguna de esas circunstancias se puede dar la idea de una columna. Nadie sabía el lugar donde estaban, todas las comunicaciones habían sido tomadas por el enemigo, en las ciudades habían controlado los puntos de contacto.
Ya en ese momento el destino de la guerrilla dependía de lo que hacía la guerrilla. Che sabía incluso que con veinte hombres, si se trasladaba, como se estaban proponiendo, a un lugar con base social donde Inti y Coco Peredo eran muy conocidos, y hacia donde se trasladaban, esa guerrilla tenía posibilidades de supervivencia; él lo sabía se encaminaba en esa dirección. Pero la descripción de todo lo que ocurrió, no sólo por su diario, sino por las descripciones del ejército boliviano, es impresionante la proeza que hicieron, la cantidad de combates que libraron contra el ejército lo que hicieron fue una verdadera epopeya. Y todo eso es realmente conocido.
¿Qué puede haber influido? Yo tengo mi opinión. Pienso que él estaba muy afectado cuando se persuade de la muerte del otro grupo. Y nosotros tenemos noticias de la muerte del otro grupo por los cables. Se explica cómo es; ya por nuestra experiencia, yo deduzco inmediatamente que la noticia es exacta, que es correcta, es verídica (cuando muere Tamara, cuando muere Joaquín, el grupo que muere); pero él se resistía a creerlo y se ve en el diario, durante muchos meses él se resiste, cree que es mentira del ejército porque han dado muchos partes falsos. Nosotros al ver los cables nos persuadimos de que es cierto aquello.
Cuando él realmente se convence - porque casi todo s esfuerzo y muchas vueltas fue tratar de encontrar el otro grupo - , se persuade de que no existe, que no lo encuentra, es cuando él emprende una marcha hacia la búsqueda de una base social, cuando ya tiene algunos cuadros bolivianos buenos. Y era correcto y tenía posibilidades de supervivencia.
¿Cuánto influyó en su ánimo la muerte de aquellos compañeros? Yo creo que actuó con cierta temeridad, porque ellos iban por un camino y en un momento se para en un alto y dice: “Hemos sido precedidos por radio bemba, todo el mundo nos esperaba.” Fíjate en el diario. Ellos marchaban por un camino hacia esa región, iban por un camino público, cuando llega a un alto él escribe en su diario: “Vamos precedidos por radio bemba”; es decir, todos los vecinos los estaban esperando.
Y yo digo, cuánto habría influido en su estado de ánimo esta convicción. Yo lo conozco bien, y yo creo que en ese momento estaba actuando conforme a ese carácter que tenía él - sentía las cosas muy fuertes - , con cierta temeridad.
Él entonces sigue su avance, llegan de día a un pueblo, está vacío. Ver un pueblo vacío es señal de que hay algo, la población percibe que va a haber un combate. Cualquier ejército, ¡cualquiera!, ya no tenía más que esperar en ese camino, emboscarse en ese camino. Y por unas lomas peladas, en pleno mediodía, la vanguardia emprende la marcha de esa forma, como si no existiera el ejército, y entonces esa vanguardia que va delante cae en la emboscada de día, matan a varios de ellos, fue un golpe muy serio.
El grupo llevaba además algunos enfermos, llevaba el médico enfermo y Chelo llevaba de todas maneras aunque le retrasaba el movimiento, la marcha. A veces nosotros lo hicimos, buscábamos un lugar donde poder dejarlo con alguien que lo atendiera porque no podía resistir la marcha. Él debía haber estado buscando alguna posibilidad en ese sentido. Pero ya pierde la vanguardia, está localizado, está en el llano, le matan incluso alguna de la gente buena de los bolivianos. Creo que le matan a uno de los dos hermanos bolivianos, que se estaban destacando muchísimo ya como cuadros bolivianos. Y ya queda en una situación muy difícil, en un terreno muy difícil. Y él, que había podido evadir durante meses, combatiendo constantemente, que había realizado una epopeya, ya se ve en una situación muy crítica: lo localizan, lo atacan, lo hieren, le destruyen el fusil, y en un movimiento lo logran hacer prisionero, y después lo llevan y…
De manera que yo diría que cuando todavía marchaban por ese camino y tenían veinte hombres y tenían ya unos cuadros bolivianos, si ellos llegan a la zona donde se proponían, tenían posibilidades no sólo de supervivencia sino de desarrollo del movimiento guerrillero. Hasta ese momento, a juzgar por todo lo que Che sabía y la experiencia que nosotros tenemos, tenían posibilidad. El momento en que realmente cambia ya esa posibilidad, es cuando avanzando en pleno mediodía por aquellas lomas le emboscan la vanguardia.
Entonces, algo tiene que haber estado influyendo en él mucho: ese desprecio por la muerte; a veces él iba al encuentro de la muerte, sobre todo en ciertos momentos. Porque en tales circunstancias, realmente tenían que haber avanzado con más cuidado, apartarse de los caminos, buscar otros puntos, avanzar de noche; porque, incluso, esa emboscada de noche no le hubiera hecho gran daño, porque disparan a oscuras o hubieran podido percibir al enemigo por alguna luz o por alguna cosa. Yo creo que ciertos factores del carácter de él en ese momento influyeron en los acontecimientos.
Yo lo conocía muy bien y ese diario me lo leí en detalle.
-¿Y en esta fase usted no podía haber hecho algo para ayudarlo? Quiero decir, en esta última etapa de su epopeya.
-Era imposible. ¿Qué se podía hacer? ¿Enviar un batallón, una compañía, un ejército regular? Es que las leyes de la lucha guerrillera son otras; ahí depende de lo que haga la guerrilla. Realmente ellos escribieron una epopeya, algún día se hablará de las cosas que hicieron. Es que el mismo ejército boliviano en sus descripciones… Hay un general, el general Gary Prado, yo me he leído su libro; claro, refleja la cosa oficial, pero no oculta la admiración.
Se toparon muchas veces con el ejército. Él lo sabía como lo sabíamos nosotros, porque cuando nosotros llegamos a la Sierra también fuimos dispersados, siete fusiles volvimos nosotros a reunir; reiniciamos la lucha en la Sierra Maestra, donde no conocíamos a nadie, con siete fusiles. Cuando ya nosotros éramos veinte, éramos una fuerza. Él tenía confianza en las posibilidades de la lucha irregular; él lo sabía. Y en esas circunstancias, la guerrilla depende de sí misma; no puede ni esperar ni recibir apoyo exterior, que es prácticamente imposible. Eso no era posible, y la ayuda de tipo clandestina, toda la red había sido desbaratada. En ese momento todo dependía de la acción de ellos. Por eso no caben fórmulas de guerra convencional, de columnas que salen , que van y vienen. Todo eso pertenece al terreno de la fantasía.
-Comandante, incluso en el dramático momento de la muerte de Che, surgió en Europa una tesis contra ustedes, según la cual después de la Cumbre de Glassboro, los Estados Unidos y la URSS decidieron concederse una tregua en Asia y en América Latina, respectivamente. Por ello, Cuba no pudo hacer más nada para ayudar a Che en Bolivia.
-Yo me asombro de la cantidad de rumores y de fantasía que circulan por Europa. Voy a llegar a pensar que Europa es la región del mundo menos informada que existe.
-Puede ser.
-Porque yo realmente ni me acuerdo de esa reunión. Estaba la guerra de Vietnam andando en plenitud, y aquí se esta desarrollando esta acción del Che. No tenía nada que ver una cosa con la otra, no había ninguna participación soviética en esto, no había una cuestión de estrategia que se estuviera discutiendo, y , realmente, nosotros con una gran lealtad le dimos a Che toda la ayuda que él pidió, los compañeros que él pidió, la colaboración que pidió total. Nosotros cumplimos nuestra palabra.
¿Qué habríamos preferido? Que Che esperara. Habríamos preferido que existiera allí un frente desarrollado, pero nosotros no podíamos imponerle a él una política.
A nosotros se nos podían crear problemas de tipo político, estatal, denuncias, todo ese tipo de cosas; sin embargo, nosotros afrontamos todo ese tipo de inconvenientes por cumplir la palabra que teníamos con él, y fuimos respetuosos de esa palabra. No sólo fuimos respetuosos, creíamos en lo que estaba haciendo, y creíamos que podía hacer lo que se proponía.
Yo siempre digo que el éxito o el fracaso, no es lo que indica que es correcta una línea. Nosotros pudimos haber muerto todos en nuestra lucha; estuvimos a punto más de una vez. Si hubiéramos muerto, mucha gente diría que estábamos equivocados. Yo pienso que si hubiéramos muerto no estábamos equivocados, y que nuestro camino era correcto. Pero hay una serie de factores y de imponderables que intervienen, incluso el azar, y nosotros sobrevivimos en aquellos días difíciles casi de milagro. Sería otra historia larga de hacer. Pero en esas circunstancias no se puede decir que el éxito sea la medida de la justeza de una línea. Determinados factores indujeron, pero yo no cuestiono la justeza de la línea de Che, yo lo que digo que me hubiese gustado que no pasara por esa etapa inicial de tanto riesgo, y que hubiera podido incorporarse como jefe político y jefe militar, como estratega en un movimiento que ya hubiese rebasado esa fase.
Creo que por el valor de Che, la calidad de Che, la importancia de Che, como también hicimos en la guerra, le dábamos las misiones ya más importantes. Esta misión no se la dimos nosotros; la idea, el plan, todo, fue de él; nosotros lo compartíamos, porque creo que sus ideas eran correctas, podía hacerlo, ¡podía hacerlo! No voy a pensar, por el hecho de que determinados factores influyeron en que aniquilaran la guerrilla y muriera el Che, no por eso voy a pensar que su línea no fuera justa, porque no puedo medir la justeza de una línea determinada por el éxito y el fracaso; sería, a mi juicio, un criterio erróneo.
No es el único caso. Nosotros hemos visto otro caso: el caso de Caamaño, un hombre valiosísimo también, que no pudo soportar la impaciencia de regresar al país y regresó al país. Conversé mucho con él, lo conocía muy bien.
Yo conozco dos casos, de dos grandes cuadros, en los que la impaciencia los llevó a la muerte. Y no se trata de la muerte, lo doloroso que significa la muerte, sino de dos grandes cuadros y dos grandes valores revolucionarios que murieron así. Y Caamaño más que el Che. Caamaño era un buen militar, se había preparado bien, pero las condiciones eran también difíciles, el grupo era muy pequeño, y nosotros hubiésemos preferido que esos valores se preservaran para el momento más oportuno.
Pero nosotros no les imponíamos a ellos, ni les prohibíamos. Teníamos excelentes relaciones de amistad, de confianza, y Che realmente prestaba mucha atención a los puntos de vista, a los criterios que le daba, porque siempre mantuvimos una confianza y una amistad hasta el final. Pero aquella era su idea. La otra cosa era prohibirle, y eso no estaba dentro del tipo de relaciones que teníamos nosotros, ni por razones de Estado, ni imponerle un criterio.
Lo que hicimos fue que lo ayudamos, y ayudamos algo que creíamos que era posible; no habríamos podido ayudar algo imposible, algo en que no creyéramos, porque habría sido nuestro deber decirle: no es posible, no podemos hacer esto, no se pueden sacrificar compañeros en esa tarea. Pero fue así lo que él hizo. Y yo comparto lo que hizo, lo creo.
Sólo una cosa hubiese hecho diferente, habría esperado que se desarrollara un movimiento fuerte, para que un cuadro de su calidad y de su importancia estratégica se hubiera incorporado en ese momento y no hubiésemos tenido que pasar por toda esa prueba inicial, que es la más difícil, la más peligrosa, la más riesgosa, como los hechos lo demostraron, pues lo llevaron a la muerte.
-¿Por qué las autoridades bolivianas no quisieron nunca entregar el cuerpo de Che? ¿Les daba miedo aún después de muerto?
-Ellos quisieron desaparecer el cuerpo de Che para evitar un lugar que fuera objeto de veneración y de visita por la gente.
No se sabe todavía qué hicieron con el cuerpo de Che, ni dónde está el cuerpo de Che. Eso no se ha podido…
Se han encontrado muchas cosas de él y objetos. Se sabe todo lo que ocurrió, por los dos bandos; hay cosas muy coincidentes. Lo que no se sabe dónde está enterrado Che. Ellos quisieron desaparecerlo. Además, los yanquis quisieron desaparecerlo.
No obstante, Che se convirtió en un gran símbolo para el mundo entero, del hombre ejemplar, revolucionario, heroico. Se convirtió yo diría que en uno de los más singulares ejemplos de combatiente y revolucionario del Tercer Mundo, e incluso del mundo industrializado. Y no era injustificada esa idea y esta imagen que se hiciera del Che.
-Hay una singular coincidencia ligada a la muerte del Che. Ya dieciséis o diecisiete personas que tuvieron una responsabilidad directa o indirecta en su asesinato en Bolivia han muerto no siempre en forma clara.
-Parece que hubo personas de las que participaron en el asesinato… Bueno, puede decirse que nade organizó eso, así que de manera espontánea el pueblo realmente hizo justicia sobre los que tuvieron una actitud indigna. No me refiero a los militares que combatieron contra él, sino a gente que ejerció papel de confidente, de traidores, de esbirros con relación a toda esta historia.
-Hasta el campesino que…
-Creo que se llamaba Honorato.
-Honorato Rojas.
-Eso leí en un libro que hizo este general boliviano, Gary Prado, quien es un hombre que tiene algunos problemas de invalidez. Creo que está en Washington como agregado comercial. Hizo un libro bastante objetivo, bastante respetuoso, aunque, desde luego, exaltando mucho al ejército boliviano. No le niego, como militar… El ejército boliviano tenía mala preparación. Fue adquiriendo más experiencia en ese período, indiscutiblemente. Los yanquis hicieron un gran esfuerzo, intensificaron el plan de entrenamiento, porque querían destruir al Che.
-Dos hombres tan reservados como usted y como Che, ¿Cómo se saludaron la última vez que se vieron? ¿Con un abrazo de viejos amigos, o estrechándose las manos?
-Ya nos habíamos visto tantas veces. Muy bien, muy afectuoso. No, un abrazo, sin mucha efusividad, porque no somos hombres de gran… El no lo era, yo no lo soy; pero sí sentimos las cosas fuertemente. Y con una gran confianza. Yo conversé muchas veces, lo visité muchas veces allí donde estaba entrenando la gente con todo el grupo. Estuvo meses en la provincia de Pinar del Río.
-¿Y el día que se fue?
-El día que se fue, yo hasta hice una broma.
El día que se marchó definitivamente, invité a varios compañeros de la dirección del Partido, de los de más confianza, a una comida con un visitante que teníamos. El visitante era Che, ya disfrazado. No lo conocía nade en absoluto con el disfraz que se hizo, y Che ha estado almorzando con otros en una casa aquí en La Habana el día antes de irse, y los compañeros no lo conocían. A los compañeros que estaban tuve que decirles que era Che. Fíjate si estaba realmente bien preparado cuando salió, no lo conocía nadie. Realmente fue perfecto, no lo conocieron los mejores compañeros que estuvieron conversando con él, como el que está conversando con un invitado. Hasta incluso esa especie de broma les hicimos a los compañeros el día antes de irse.
-Le agradezco todo lo que usted me ha contado, porque creo que tuve el placer de escuchar de sus palabras un pedazo de la historia de nuestro tiempo, de la que nosotros vivimos, pensamos o hemos esperado. Esto es algo que le agradezco.
-Tenemos la obligación de ser justos, no hay por qué hacer imputaciones. Cada uno tiene su suficiente responsabilidad, la que tiene Monje, el otro… Por eso yo te he explicado en detalles esa historia.
Por ahí está la introducción, que yo le llamo una explicación necesaria, que hice cuando se fue a publicar el diario de Che. Hice una explicación de todo, con muchos más detalles en torno a esto y el papel de cada cual. Hice la introducción explicando una serie de cosas de esas y la publicamos ampliamente. Después ese diario circuló por el mundo. Estamos en la obligación de ser objetivos.
Creo conocer muy bien todo lo que pasó, porque medité mucho sobre eso, analicé todos esos documentos y creo que conocía muy bien a Che; muy, muy bien lo conocía. Tengo la gran seguridad acerca de los hechos, cómo ocurrieron, qué factores pueden haber influido en todo esto.
De esto no he hablado. De algunas cosas que te he dicho nunca se ha hablado realmente. Hay muchas historias que están por escribir, lo que no hay quien las escriba, porque los que pueden escribirlas no tienen tiempo de escribirlas.