DECLARACIÓN DEL GOBIERNO CUBANO

 

DECLARACIÓN DEL PARTIDO Y DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO DE CUBA SOBRE LOS SUCESOS DE GRANADA. (20 DE OCTUBRE DE 1983)

 

Por lo que ahora se evidencia con toda claridad, desde hacía varias semanas, tal vez meses, se venía desarrollando un profundo conflicto en la dirección y en el seno del Partido gobernante de Granada.

Cuando Maurice Bishop, dirigente principal del Partido y Primer Ministro de Granada, hizo una breve escala de apenas 36 horas en Cuba, entre la noche del jueves 6 y la mañana del sábado 8 de octubre, después de visitas oficiales a Hungría y Checoslovaquia, no hizo la menor referencia en sus conversaciones con el compañero Fidel y otros dirigentes cubanos a las serias discusiones y diferencias que tenían lugar en el interior de la Nueva Joya, nombre por el que se conoce al Partido dirigente de su país, dando con ello una gran prueba de dignidad y respeto hacia su Partido y hacia Cuba. Todos los temas de conversación giraron en torno a la colaboración de Cuba con Granada, las gestiones de cooperación realizadas por la Delegación granadina en Hungría y Checoslovaquia, de cuyos resultados se sentía ampliamente satisfecho, y otros temas internacionales.

El viernes 7 de octubre Fidel acompañó a Bishop en un recorrido por importantes instalaciones en construcción en Cienfuegos, mostrándole los avances de nuestros planes de desarrollo y la excelente actitud de nuestros trabajadores, con quienes ambos dialogaron ampliamente.

Breves días después, el miércoles 12 de octubre, nuestra Embajada en Granada informó la sorpresiva y desagradable noticia de que se habían producido profundas divisiones en el Comité Central del Partido en Granada. En horas de la mañana de ese día, el propio Bishop les comunicó las diferencias suscitadas desde tiempos atrás y que las mismas se venían discutiendo y tratando de solucionar, pero nunca había imaginado la gravedad que iban a adquirir durante su ausencia. Expresó simplemente las diferencias, pero no solicitó ninguna opinión ni cooperación de nuestra parte para tratar de superarlas, dando una vez más muestra de su gran respeto por la política internacional de Cuba y por los asuntos internos de su propio Partido.

En horas de la tarde se supo que los adversarios de Bishop habían logrado una mayoría en el seno del Comité Central del Partido, así como en el aparato político del Ejército y la Seguridad, y que Bishop había sido destituido de su cargo en el Partido y sometido a arresto domiciliario.

Tratándose de un problema puramente interno, a pesar de nuestra amistad con Bishop y nuestra confianza en su integridad y capacidad de dirección, el Partido y el Gobierno de Cuba dieron instrucciones a sus representantes en Granada de que, cumpliendo cabalmente los principios y las normas de la política internacional de Cuba, se abstuvieran en absoluto de inmiscuirse en los asuntos internos del Partido y de Granada.

Incesantemente continuaron llegando noticias a través de nuestra Embajada durante los días siguientes sobre las posiciones y argumentos de las dos partes envueltas en el conflicto. En realidad, a nuestro juicio, más que conflictos de fondo había conflictos de personalidades y de concepciones sobre métodos de dirección, donde no estaban ausentes otros factores subjetivos.

El sábado 15 de octubre, el compañero Fidel envió un mensaje al Comité Central de la Nueva Joya expresando con toda nitidez la posición de Cuba, regida por el principio de abstenerse en lo absoluto de inmiscuirse en los asuntos internos del Partido y del país. Expresó a la vez su profunda preocupación de que la división surgida podía dañar considerablemente la imagen del proceso revolucionario de Granada tanto en el interior como en el exterior del país; que en la propia Cuba, donde Bishop era altamente apreciado, no serían fáciles de explicar los hechos, y que albergaba la esperanza de que las dificultades pudieran superarse con el máximo de sabiduría, serenidad, lealtad a los principios y generosidad.

En el fondo, la preocupación de Cuba se centraba en evitar que los acontecimientos adquirieran un carácter de confrontación violenta y sangrienta.

En ese mensaje se expresaba además que la colaboración de Cuba se mantendría como un compromiso con el pueblo de Granada, independientemente de los cambios que se produjeran en la Dirección del Partido y el país, ya que se trataba de una cuestión puramente interna.

Durante varios días más, la situación se mantuvo en un impasse. En ciertas ocasiones pareció que podría producirse una solución honrosa, inteligente y pacífica. Se veía claro que el pueblo estaba a favor de Bishop y reclamaba su presencia.

La prensa occidental lanzó todo género de especulaciones sobre los acontecimientos. Nosotros no dijimos una sola palabra para evitar que nuestros pronunciamientos públicos pudieran aparecer como injerencia en los asuntos internos de Granada, dadas las estrechas, amplias y fraternales relaciones con ese país hermano. Habíamos cumplido así rigurosamente con nuestros principios de respeto a los asuntos internos de los partidos y países hermanos.

Ayer 19 de octubre en horas de la mañana comenzaron a llegar noticias de que los trabajadores habían ido a la huelga y el pueblo se había lanzado a la calle a favor de Bishop. En manifestación multitudinaria, llegaron a su residencia donde lo liberaron de la prisión domiciliaria. Al parecer, ya que los informes son aún imprecisos, una instalación militar fue ocupada por el pueblo. El Ejército envió personal a dicha zona. Se dice que disparó contra los manifestantes con saldo de muertos y heridos, recuperó la instalación y arrestó a numerosas personas. De la suerte de Bishop y los otros dirigentes que estaban con él, no existían noticias.

En horas de la tarde se conoció el dramático desenlace. Un comunicado oficial anunció la muerte de Maurice Bishop, Primer Ministro; Unison Whiteman, Ministro de Relaciones Exteriores; Jacqueline Creft, Ministra de Educación; Vincent Noel, Vicepresidente Primero de la central sindical de Granada; Norris Bain, Ministro de Viviendas y Fitzroy Bain, Secretario General del Sindicato de Obreros Agrícolas. La forma real en que murieron Bishop y los otros dirigentes aún no se ha podido precisar con exactitud.

Bishop era uno de los líderes políticos que más simpatías y respeto gozaba en el seno de nuestro pueblo, por su talento, su sencillez, su sinceridad, su honestidad revolucionaria y su amistad probada con nuestro país. Gozaba, además, de un gran prestigio internacional. La noticia de su muerte conmovió a la Dirección de nuestro Partido y a su memoria rendimos el más profundo tributo.

Desgraciadamente las divisiones entre los revolucionarios granadinos concluyeron en este drama sangriento.

Ninguna doctrina, ningún principio o posición proclamada revolucionaria y ninguna división interna justifican procedimientos atroces como la eliminación física de Bishop y el grupo destacado de honestos y dignos dirigentes muertos en el día de ayer.

La muerte de Bishop y sus compañeros debe ser esclarecida; y si fueron ejecutados a sangre fría, los culpables merecen ser ejemplarmente sancionados.

Ahora el imperialismo tratará de utilizar esta tragedia y los graves errores cometidos por los revolucionarios granadinos para barrer el proceso revolucionario en Granada y someterla de nuevo al dominio imperial y neocolonialista.

La situación es sumamente difícil y compleja. Sólo un milagro de sentido común, ecuanimidad y sabiduría de los revolucionarios granadinos, y de serenidad en la reacción y actuación del movimiento progresista internacional, puede todavía salvar el proceso.

Ningún paso debe darse que ayude al imperialismo en sus planes.

En Granada, muchos médicos, maestros, técnicos de diversas especialidades y cientos de constructores cubanos colaboran en servicios esenciales para el pueblo y en el desarrollo de obras que son vitales para su economía.

Aunque profundamente amargados por los hechos, no nos precipitaremos en dar ningún paso relacionado con la colaboración técnica y económica que pueda afectar servicios esenciales e intereses económicos vitales para el pueblo de Granada, por el que albergamos sentimientos de admiración y cariño sinceros y entrañables.

Después del trágico desenlace de ayer seguiremos atentamente el desarrollo de los acontecimientos, nos atendremos al principio estricto de no inmiscuirnos en los asuntos internos de Granada, y tomaremos en cuenta, por encima de todo, los intereses del pueblo granadino en lo que se refiere a la colaboración económica y técnica, si ella fuera posible en la nueva situación, pero nuestras relaciones políticas con los nuevos responsables de la Dirección de Granada deberán ser sometidas a serio y profundo análisis.

No obstante, si el proceso revolucionario granadino logra preservarse, haremos lo posible por ayudarlo.

Ojalá que los dolorosos hechos ocurridos hagan reflexionar profundamente a todos los revolucionario de Granada y del mundo y prevalezca el concepto de que ningún crimen puede ser cometido en nombre de la revolución y la libertad.