ISMAELILLO

 

Al calor de mi amor ¡qué variedad de formas toma este hijo mío! A su belleza natural ¡cuánto no añade la enamorada fantasía! - Ni una sola de las imágenes de este pequeño libro ha dejado de ser vista por mis ojos, con sus formas, proporciones y esto antes de venir en forma de versos a los labios. - Y cuando la imagen se ha desvanecido, allí he escrito el último verso donde se desvanecía, extinguido el fuego, la impresión. - Deslealtad de poeta, villanía de padre hubiera sido lo contrario. - Por eso amo este libro: porque ese pequeñuelo suelto ente sus páginas, ora triste, ora risueño, ora travieso, esa sencilla criatura, a quien yo hago, con la potencia de mi amor, rey mío, mago mío, caballero mío, - ha pasado realmente ante mis ojos, alado, relampagueante, bullicioso, como yo lo pinto. - Si he visto a un niño bello, cubierto apenas por ligerísima camisa, sentado en alto poyo, batiendo al aire sus dos pies rosados - me he dicho: así, como ese niño a los que de abajo le ven, se asoma él a mi alma - y he escrito “Mago”. - Si lo imaginaba rey en un trono, húmedo y fluido como un trono que reluciere para Galatea, y a su presencia, como homenaje a mi monarca y dueño le llevaba, a modo de cazador su jauría, mis pasiones embridadas - esta idea de reyecía, aleteando sobre mi alma enamorada, - hacía nacer esa sencillez que acaba gravemente, porque así van gravedad y sencillez aparejadas en mi alma . - Rey amarillo.

                                                                                    José Martí,

                                                                                         Cuadernos de apuntes, 7

 

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Hijo:

 

Espantado de todo, me refugio en ti.

Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti.

Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos.

Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte.

Esos riachuelos han pasado por mi corazón.

       ¡Lleguen al tuyo!

 

 

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PRÍNCIPE ENANO

 

Para un príncipe enano

Se hace esta fiesta.

Tiene guedejas rubias,

Blandas guedejas;

Por sobre el hombro blanco

Luengas le cuelgan.

Sus dos ojos parecen

Estrellas negras:

Vuelan, brillan, palpitan

Relampaguean!

Él para mí es corona,

Almohada, espuela.

Mi mano, que así embrida

Potros y hienas,

Va, mansa y obediente,

Donde él la lleva.

Si el ceño frunce, temo;

Si se me queja,-

Cual de mujer, mi rostro

Nieve se trueca:

Su sangre, pues, anima

Mis flacas venas:

¡Con su gozo mi sangre

Se hincha, o se seca!

Para un príncipe enano

Se hace esta fiesta.

 

¡Venga mi caballero

Por esta senda!

¡Éntrese mi tirano

Por esta cueva!

Tal es, cuando a mis ojos

Su imagen llega,

Cual si en lóbrego antro

Pálida estrella,

Con fulgores de ópalo

Todo vistiera.

A su paso la sombra

Matices muestra,

Como el sol que las hiere

Las nubes negras.

¡Heme ya, puesto en armas,

En la pelea!

Quiere el príncipe enano

Que a luchar vuelva:

¡Él para mí es corona,

Almohada, espuela!

Y como el sol, quebrando

Las nubes negras,

En banda de colores

La sombra trueca,-

Él, al tocarla, borda

En la onda espesa,

Mi banda de batalla

Roja y violeta.

¿Conque mi dueño quiere

Que a vivir vuelva?

¡Venga mi caballero

Por esta senda!

¡Éntrese mi tirano

Por esta cueva!

¡Déjeme que la vida

A él, a él ofrezca!

Para un príncipe enano

Se hace esta fiesta.

 

*** *** *** *** ***

 

SUEÑO DESPIERTO

 

Yo sueño con los ojos

Abiertos, y de día

Y noche siempre sueño.

Y sobre las espumas

Del ancho mar revuelto,

Y por entre las crespas

Arenas del desierto,

Y del león pujante,

Monarca de mi pecho,

Montado alegremente

Sobre el sumiso cuello,-

Un niño que me llama

Flotando siempre veo!

 

*** *** *** *** *** ***

 

BRAZOS FRAGANTES

 

Sé de brazos robustos,

Blandos, fragantes;

Y sé que cuando envuelven

El cuello frágil,

Mi cuerpo, como rosa

Besada, se abre,

Y en su propio perfume

Lánguido exhálase.

Ricas en sangre nueva

Las sienes laten;

Mueven las rojas plumas

Internas aves;

Sobre la piel, curtida

De humanos aires,

Mariposas inquietas

Sus alas baten;

Savia de rosa enciende

Las muertas carnes!-

Y yo doy los redondos

Brazos fragantes,

Por dos brazos menudos

Que halarme saben,

Y a mi pálido cuello

Recios colgarse,

Y de místicos lirios

Collar labrarme!

¡Lejos de mí por siempre,

Brazos fragantes!

 

*** *** *** *** *** ***

 

MI CABALLERO

 

Por las mañanas

Mi pequeñuelo

Me despertaba

Con un gran beso.

Puesto a horcajadas

Sobre mi pecho,

Bridas forjaba

Con mis cabellos.

Ebrio él de gozo,

De gozo yo ebrio,

Me espoleaba

Mi caballero:

¡Qué suave espuela

Sus dos pies frescos!

¡Cómo reía

Mi jinetuelo!

Y yo besaba

Sus pies pequeños,

Dos pies que caben

En sólo un beso!

 

*** *** *** *** *** ***

 

MUSA TRAVIESA

 

Mi musa? Es un diablillo

Con alas de ángel.

¡Ah, musilla traviesa,

Qué vuelo trae!

 

Yo suelo, caballero

En sueños graves,

Cabalgar horas luengas

Sobre los aires.

Me entro en nubes rosadas,

Bajo a hondos mares,

Y en los senos eternos

Hago viajes.

Allí asisto a la inmensa

Boda inefable,

Y en los talleres huelgo

De la luz madre:

Y con ella es la oscura

Vida, radiante,

Y a mis ojos los antros

Son nidos de ángeles!

Al viajero del cielo

¿Qué el mundo frágil?

Pues ¿no saben los hombres

Qué encargo traen?

¡Rasgarse el bravo pecho,

Vaciar su sangre,

Y andar, andar heridos

Muy largo valle,

Roto el cuerpo en harapos,

Los pies en carne,

Hasta dar sonriendo

-¡No en tierra! - exánimes!

Y entonces sus talleres

La luz les abre,

Y ven lo que yo veo:

¿Qué el mundo frágil?

Seres hay de montaña,

Seres de valle,

Y seres de pantanos

Y lodazales.

De mis sueños desciendo,

Volando vanse,

Y en papel amarillo

Cuento el viaje.

Contándolo, me inunda

Un gozo grave:-

Y cual si el monte alegre,

Queriendo holgarse

Al alba enamorando

Con voces ágiles,

Sus hilillos sonoros

Desanudarse,

Y salpicando riscos,

Labrando esmaltes,

Refrescando sedientas

Cálidas cauces,

Echáralos risueños

Por falda y valle, -

Así, al alba del alma

Regocijándose,

Mi espíritu encendido

Me echa a raudales

Por las mejillas secas

Lágrimas suaves.

Me siento, cual si en magno

Templo oficiase;

Cual si mi alma por mirra

Virtiese al aire;

Cual si en mi hombro surgieran

Fuerzas de Atlante;

Cual si el sol en mi seno

La luz fraguase; -

Y estallo, hiervo, vibro,

Alas me nacen!

 

Suavemente la puerta

Del cuarto se abre,

Y éntranse a él gozosos

Luz, risas, aire.

Al par da el sol en mi alma

Y en los cristales:

¡Por la puerta se ha entrado

Mi diablo ángel!

¿Qué fue de aquellos sueños,

De mi viaje,

Del papel amarillo,

Del llanto suave?

Cual si de mariposas

Tras gran combate

Volaran alas de oro

Por tierra y aire,

Así vuelan las hojas

Do cuento el trance.

Hala acá el travesuelo

Mi paño árabe;

Allá monta en el lomo

De un incunable;

Un carcax con mis plumas

Fabrica y átase;

Un sílex persiguiendo

Vuelca un estante,

Y ¡allá ruedan por tierra

Versillos frágiles,

Brumosos pensadores,

Lópeos galanes!

De águilas diminutas

Puéblase el aire:

¡Son las ideas, que ascienden,

Rotas sus cárceles!

 

Del muro arranca, y cíñese,

Indio plumaje:

Aquella que me dieron

De oro brillante,

Pluma, a marcar nacida

Frentes infames,

De su caja de seda

Saca, y la blande:

Del sol a los requiebros

Brilla el plumaje,

Que baña en áureas tintas

Su audaz semblante.

De ambos lados el rubio

Cabello al aire,

A mí súbito viénese

A que lo abrace.

De beso en beso escala

Mi mesa frágil;

¡Oh, Jacob, mariposa,

Ismaelillo, árabe!

¿Qué ha de haber que me guste

Como mirarle

De entre polvo de libros

Surgir radiante,

Y, en vez de acero, verle

De pluma armarse,

Y buscar en mis brazos

Tregua al combate?

Venga, venga, Ismaelillo:

La mesa asalte.

Y por los anchos pliegues

Del paño árabe

En rota vergonzosa

Mis libros lance,

Y siéntese magnífico

Sobre el desastre,

Y muéstreme riendo,

Roto el encaje -

¡Qué encaje no se rompe

En el combate!

Su cuello, en que la risa

Gruesa onda hace!

Venga, y por cauce nuevo

Mi vida lance,

Y a mis manos la vieja

Péñola arranque,

Y del vaso manchado

La tinta vacie!

¡Vaso puro de nácar:

Dame a que harte

Esta sed de pureza:

Los labios cánsame!

¿Son éstas que lo envuelven

Carnes, o nácares?

La risa, como en taza

De ónice árabe,

En su incólume seno

Bulle triunfante:

¡Hete aquí, hueso pálido,

Vivo y durable!

Hijo soy de mi hijo!

Él me rehace!

 

Pudiera yo, hijo mío,

Quebrando el arte

Universal, muriendo

Mis años dándote,

Envejecerte súbito,

La vida ahorrarte! -

Mas no: ¡que no verías

En horas graves

Entrar el sol al alma

Y a los cristales!

Hierva en tu seno puro

Risa sonante:

Rueden pliegues abajo

Libros exangües:

Sube, Jacob alegre,

La escala suave:

Ven, y de beso en beso

Mi mesa asaltes: -

¡Pues ésa es mi musilla,

Mi diablo ángel!

¡Ah, musilla traviesa,

Qué vuelo trae!

 

*** *** *** *** *** ***

 

MI REYECILLO

 

Los pesas tienen

Un rey sombrío;

Los hunos foscos

Un rey altivo;

Un rey ameno

Tienen los íberos;

Rey tiene el hombre,

Rey amarillo:

¡Mal van los hombres,

Con su dominio!

Mas yo vasallo

De otro rey vivo, -

Un rey desnudo,

Blanco y rollizo:

Su cetro - un beso!

Mi premio - un mimo!

Oh! Cual los áureos

Reyes divinos

De tierras muertas,

De pueblos idos

¡Cuando te vayas,

Llévame, hijo!

Toca en mi frente

Tu cetro omnímodo;

Úngeme siervo,

Siervo sumiso:

¡No he de cansarme

De verme ungido!

¡Lealtad te juro,

Mi reyecillo!

Sea mi espalda

Pavés de mi hijo:

Pasa en mis hombros

El mar sombrío:

Muera al ponerte

En tierra vivo: -

Mas si amar piensas

El amarillo

Rey de los hombres,

¡Muere conmigo!

¿Vivir impuro?

¡No vivas, hijo!

 

*** *** *** *** ***

 

PENACHOS VÍVIDOS

 

Como taza en que hierve

De transparente vino

En doradas burbujas

El generoso espíritu;

 

Como inquieto mar joven

Del cauce nuevo henchido

Rebosa, y por las playas

Bulle y muere tranquilo;

 

Como manada alegre

De bellos potros vivos

Que en la mañana clara

Muestran su regocijo,

Ora en carreras locas,

en sonoros relinchos,

O sacudiendo al aire

El crinaje magnífico; -

 

Así mis pensamientos

Rebosan en mí vívidos,

Y en crespa espuma de oro

Besan tus pies sumisos,

O en fúlgidos penachos

De varios tintes ricos,

Se mecen y se inclinan

Cuando tú pasas - hijo!

 

*** *** *** *** *** ***

 

HIJO DEL ALMA

 

Tú flotas sobre todo,

Hijo del alma!

De la revuelta noche

Las oleadas,

En mi seno desnudo

Déjante al alba;

Y del día la espuma

Turbia y amarga,

De la noche revuelta

Te echa en las aguas.

Guardiancillo magnánimo,

La no cerrada

Puerta de mi hondo espíritu

Amante guardas;

Y si en la sombra ocultas

Búscame avaras,

De mi calma celosas,

Mis penas varias, -

En el umbral oscuro

Fiero te alzas,

Y les cierran el paso

Tus alas blancas!

Ondas de luz y flores

Trae la mañana,

Y tú en las luminosas

Ondas cabalgas,

No es, no, la luz del día

La que me llama,

Sino tus manecitas

En mi almohada

Me hablan de que estás lejos:

¡Locuras me hablan!

Ellos tienen tu sombra;

¡Yo tengo tu alma!

Esas son cosas nuevas,

Mías y extrañas.

Yo sé que tus dos ojos

Allá en lejanas

Tierras relampaguean, -

Y en las doradas

Olas de aire que baten

Mi frente pálida,

Pudiera con mi mano,

Cual si haz segara

De estrellas, segar haces

De tus miradas!

¡Tú flotas sobre todo,

Hijo del alma!

 

*** *** *** *** ***

 

AMOR ERRANTE

Hijo, en tu busca

Cruzo los mares:

Las olas buenas

A ti me traen:

Los aires frescos

Limpian mis carnes

De los gusanos

De las ciudades;

Pero voy triste

Porque en los mares

Por nadie puedo

Verter mi sangre.

¿Qué a mí las ondas

Mansas e iguales?

¿Qué a mí las nubes,

Joyas volantes?

¿Qué a mí los blandos

Juegos del aire?

¿Qué la iracunda

Voz de huracanes!

A éstos  - ¡la frente

Hecha a domarles!

A los lascivos

Besos fugaces

De las menudas

Brisas amables, -

Mis dos mejillas

Secas y exangües,

De un beso inmenso

Siempre voraces!

Y ¿a quién, el blanco

Pálido ángel

Que aquí en mi pecho

Las alas abre

Y a los cansados

Que de él se amparen

Y en él se nutran

Busca anhelante?

¡A quién envuelve

Con sus suaves

Alas nubosas

Mi amor errante?

Libres de esclavos

Cielos y mares,

Por nadie puedo

Verter mi sangre!

 

Y llora el blanco

Pálido ángel:

¡Celos del cielo

Llorar le hacen,

Que a todos cubre

Con sus celajes!

Las alas níveas

Cierra, y ampárase

De ellas el rostro

Inconsolable: -

Y en el confuso

Mundo fragante

Que en la profunda

Sombra se abre,

Donde en solemne

Silencio nacen

Flores eternas

Y colosales,

Y sobre el dorso

De aves gigantes

Despiertan besos

Inacabables, -

Risueño y vivo

Surge otro ángel!

 

*** *** *** *** ***

 

SOBRE MI HOMBRO

 

Ved: sentado lo llevo

Sobre mi hombro:

Oculto va, y visible

Para mí solo!

Él me ciñe las sienes

Con su redondo

Brazo, cuando a las fieras

Penas me postro: -

Cuando el cabello hirsuto

Yérguese y hosco,

Cual de interna tormenta

Símbolo torvo, 

Como un beso que vuela

Siento en el tosco

Cráneo: su mano amansa

El bridón loco! -

Cuando en medio del recio

Camino lóbrego,

Sonrío, y desmayado

Del raro gozo,

La mano tiendo en busca

De amigo apoyo, -

Es que un beso invisible

Me da el hermoso

Niño que va sentado

Sobre mi hombro.

 

*** *** *** *** ***

 

TÁBANOS FIEROS

 

Venid, tábanos fieros

Venid, chacales,

Y muevan trompa y diente

Y en horda ataquen,

Y cual tigre a bisonte

Sítienme y salten!

Por aquí, verde envidia!

Tú, bella carne,

En los dos labios muérdeme:

Sécame: mánchame!

Por acá, los vendados

Celos voraces!

Y tú, moneda de oro,

Por todas partes!

De virtud mercaderes,

Mercadeadme!

Mató el Gozo a la Honra:

Venga a mí, - ¡y mate!

 

Cada cual con sus armas

Surja y batalle:

El placer, con su copa;

Con sus amables

Manos, en mirra untadas,

La virgen ágil;

Con su espada de plata

El diablo bátame: -

La espada cegadora

No ha de cegarme!

 

Asorde la caterva

De batallantes:

Brillen cascos plumados

Como brillasen

Sobre montes de oro

Nieves radiantes:

Como gotas de lluvia

Las nubes lancen

Muchedumbre de aceros

Y de estandartes:

Parezca que la tierra,

Rota en el trance,

Cubrió su dorso verde

De áureos gigantes:

Lidiemos, no a la lumbre

Del sol suave,

Sino al funesto brillo

De los cortantes

Hierros: rojos relámpagos

La niebla tajen:

Sacudan sus raíces

Libres los árboles:

Sus faldas trueque el monte

En alas ágiles:

Clamor óigase, como

Si en un instante

Mismo, las almas todas

Volando ex-cárceres,

Rodar a sus pies vieran

Su hopa de carnes:

Cíñame recia veste

De amenazantes

Astas agudas; hilos

Tenues de sangre

Por mi piel rueden leves

Cual rojos áspides:

Su diente de lodo afilen

Pardos chacales:

Lime el tábano terco

Su aspa volante:

Muérdame en los dos labios

La bella carne: -

Que ya vienen, ya vienen

Mis talismanes!

Como nubes vinieron

Esos gigantes:

¡Ligeros como nubes

Volando iránse!

 

La desdentada envidia

Irá, secas las fauces,

Hambrienta, por desiertos

Y calcinados valles,

Royéndose las mondas

Escuálidas falanges;

Vestido irá de oro

El diablo formidable,

En el cansado puño

Quebrada la tajante;

Vistiendo con sus lágrimas

Irá, y con voces grandes

De duelo, la Hermosura

Su inútil arreaje: -

Y yo en el agua fresca

De algún arroyo amable

Bañaré sonriendo

Mis hilillos de sangre.

Ya miro en polvareda

Radiosa evaporarse

Aquellas escamadas

Corazas centellantes:

Las alas de los cascos

Agítanse, debátense,

Y el casco de oro en fuga

Se pierde por los aires.

Tras misterioso viento

Sobre la hierba arrástranse,

Cual sierpes de colores,

Las flámulas ondeantes.

Junta la tierra súbito

Sus grietas colosales

Y echa su dorso verde

Por sobre los gigantes:

Corren como que vuelan

Tábanos y chacales,

Y queda el campo lleno

De un humillo fragante,

De la derrota ciega

Los gritos espantables

Escúchanse, que evocan

Callados capitanes;

Y mésase soberbia

El áspero crinaje,

Y como muere un buitre

Expira sobre el valle!

En tanto, yo a la orilla

De un fresco arroyo amable,

Restaño sonriendo

Mis hilillos de sangre.

 

No temo yo ni curo

De ejércitos pujantes,

Ni tentaciones sordas,

Ni vírgenes voraces!

Él vuela en torno mío,

Él gira, él para, él bate;

Aquí su escudo opone;

Allí su clava blande;

A diestra y a siniestra

Mandobla, quiebra, esparce:

Recibe en su escudillo

Lluvia de dardos hábiles;

Sacúdelos al suelo,

Bríndalo a nuevo ataque.

¡Ya vuelan, ya se vuelan

Tábanos y gigantes! -

Escúchase el chasquido

De hierros que se parten;

Al aire chispas fúlgidas

Suben en rubios haces;

Alfómbrase la tierra

De dagas y montantes:

¡Ya vuelan, ya se esconden

Tábanos y chacales! -

Él como abeja zumba,

Él rompe y mueve el aire,

Detiénese, ondea, deja

Rumor de alas de ave:

Ya mis cabellos roza;

Ya sobre mi hombro párase;

Ya a mi costado cruza;

Ya en mi regazo lánzase;

¡Ya la enemiga tropa

Huye, rota y cobarde!

¡Hijos, escudos fuertes,

De los cansados padres!

¡Venga mi caballero,

Caballero del aire!

¡Véngase mi desnudo

Guerrero de alas de ave,

Y echemos por la vía

Que va a ese arroyo amable,

Y con sus aguas frescas

Bañe mi hilo de sangre!

Caballeruelo mío!

Batallador volante!

 

*** *** *** *** ***

 

TÓRTOLA BLANCA

 

El aire está espeso,

La alfombra manchada,

Las luces ardientes,

Revuelta la sala;

Y acá entre divanes

Y allá entre otomanas,

Tropiézase en restos

De tules, - o de alas!

Un baile parece

De copas exhaustas!

Despierto está el cuerpo.

Dormida está el alma;

¡Qué férvido el valse!

¡Qué alegre la danza!

¡Qué fiera hay dormida

Cuando el baile acaba!

Detona, chispea,

Espuma, se vacia,

Y expira dichosa

La rubia champaña:

Los ojos fulguran,

Las manos abrasan,

De tiernas palomas

Se nutren las águilas;

Don Juanes lucientes

Devoran Rosauras;

Fermenta y rebosa

La inquieta palabra;

Estrecha en su cárcel

La vida incendiada,

En risas se rompe

Y en lava y en llamas;

Y lirios se quiebran,

Y violas se manchan,

Y giran las gentes

Y ondulan y valsan;

Mariposas rojas

Inundan la sala,

Y en la alfombra muere

La tórtola blanca.

Yo fiero rehúso

La copa labrada;

Traspaso a un sediento

La alegre champaña;

Pálido recojo

La tórtola hollada;

Y en su fiesta dejo

Las fieras humanas; -

Que el balcón azotan

Dos alitas blancas

Que llenas de miedo

Temblando me llaman.

 

*** *** *** *** ***

 

VALLE LOZANO

 

Dígame mi labriego

¿Cómo es que ha andado

En esta noche lóbrega

Este hondo campo?

Dígame de qué flores

Untó el arado,

Que la tierra olorosa

Trasciende a nardos?

Dígame de qué ríos

Regó este prado,

Que era un valle muy negro

Y ora es lozano?

 

Otros, con dagas grandes

Mi pecho araron:

Pues ¡qué hierro es el tuyo

Que no hace daño?

Y esto dije - y el niño

Riendo me trajo

En sus dos manos blancas

Un beso casto.

 

*** *** *** *** *** ***

 

MI DESPENSERO

 

Qué me das? Chipre?

Yo no lo quiero:

Ni rey de bolsa

Ni posaderos

Tienen del vino

Que yo deseo;

Ni es de cristales

De cristaleros

La dulce copa

En que lo bebo.

 

Mas está ausente

Mi despensero,

Y de otro vino

Yo nunca bebo.

 

*** *** *** ***

 

ROSILLA NUEVA

 

Traidor! Con qué arma de oro

Me has cautivado?

Pues yo tengo coraza

De hierro áspero.

Hiela el dolor: el pecho

Trueca en peñasco.

 

Y así como la nieve,

Del sol al blando

Rayo, suelta el magnífico

Manto plateado,

Y salta en hilo alegre

Al valle pálido,

Y las rosillas nuevas

Riega magnánimo; -

Así, guerrero fúlgido,

Roto a tu paso,

Humildoso y alegre

Rueda el peñasco;

Y cual lebrel sumiso

Busca saltando

A la rosilla nueva

Del valle pálido.

        

***

 

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 FIN

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